¿Qué ocurre con las cosas que ya no necesitamos? Basura en el mar.

Poder comprar un café porque tenemos prisa y tomárnoslo por el camino, o consumir tomates sin preguntarnos si están o no en temporada, o tirar colillas donde sea porque no tenemos un recipiente adecuado a mano. Todos podríamos tener una vida más cómoda, ¿verdad? ¡Y cómo nos cuesta renunciar a dicha comodidad! Pero el no plantearnos nada, el dejarnos llevar, tiene gravísimas consecuencias.

Aunque siempre queda la eterna división de pensamiento entre considerarnos parte o aparte de la naturaleza, lo cierto es que los ciclos ecológicos no producen basuras. Todo lo que es producido por los seres vivos es reutilizable, se puede incorporar en ciclos vitales. Somos las personas quienes hemos diseñado y producido materiales que no son fácilmente degradados. Y nos sentimos tan orgullosos de ello que los usamos cada día. Producir y usar materiales que se usan poco tiempo y tardan cientos de años en descomponerse, en eso está basada nuestra sociedad.

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La basura llega a muchos lugares, a todos prácticamente. Aunque no sea un vertido directo necesariamente, una gran parte llega a los cursos de agua y al mar. Se ven vertidos directos a ríos, personas que no recogen sus desechos en la playa, colillas tiradas al suelo en cualquier punto de nuestra geografía. Las alcantarillas no están excluidas del fluir del agua, y en ese fluir del agua, cualquier basura que tiremos por la calle puede llegar, y llega, al mar. España es el cuarto país europeo en consumo de plásticos y, lamentablemente, el segundo en vertidos al Mar Mediterráneo.

Multitud de estudios han mostrado tanto la relación de la basura en las playas con el turismo como la falta de vínculo entre ambos. En unos casos son los turistas los que dejan más residuos, mientras que en otros son los usuarios frecuentes de las playas. No hay una constante en el comportamiento de las personas respecto a la basura que dejan en las playas. Lo que sí encontramos son constantes en el comportamiento de dichos residuos.

Aunque mucha gente cree que la gran mayoría de la basura encontrada en el mar proviene de las actividades de los barcos (una forma muy sutil de decir que el problema no es nuestro), la mayoría (80%) tiene su origen en tierra. Pensemos por ejemplo en las playas de ciudades muy pobladas, como la Barceloneta; pensemos en la suciedad que arrastran los ríos que pasan por zonas industriales; pensemos por ejemplo en el mar de plásticos de Almería, donde los plásticos no se gestionan adecuadamente y terminan muchas veces en las ramblas, y en cómo las lluvias torrenciales propias de la zona hacen que esos plásticos lleguen al mar. Innumerables fuentes de contaminación al mar. Pero ¿qué destino tienen los residuos que llegan al mar?

Imagen de Sergei Tokmakov Terms.Law en Pixabay

El agua del mar actúa cual corrosivo, deteriorando, que no descomponiendo, los materiales rápidamente. Así por ejemplo vemos que los metales se oxidan y corroen, los papeles y cartones se deshacen y los plásticos se fragmentan. Una vez en el mar, el destino de los desechos depende de su densidad: los más densos van al fondo y tienen viajes relativamente lentos o quedan enterrados bajo la arena, o se convierten en parte del paisaje submarino; los más ligeros, como ocurre con muchos tipos de plástico y envases, flotan, y comienzan un viaje diferente. Una investigación en curso está estudiando si hay más posibilidades, por ejemplo que algunas plantas marinas puedan retener basura y así crear una interferencia en el correcto funcionamiento de los sistemas naturales.

Siguiendo datos de producción y de mal manejo de todos los países costeros del mundo, se llegó a la conclusión de que entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico llegan a los mares y océanos del mundo cada año. Se ha estimado que aproximadamente supone el equivalente a verter un tráiler de basura al mar por minuto (tomando 8 millones de toneladas de promedio). Si además consideramos que la producción de plásticos a nivel mundial no se detuvo en 2010, origen de los datos, podemos inferir que estos números pueden ser actualmente una infravaloración.

Video de Equinoccio Digital

Bolsas, botellas, sedales, etc. etc., son algunos de los tipos de plásticos más comunes encontrados, y son fácilmente arrastrados por las corrientes. Todos estos artículos en movimiento tienen finales más o menos lejanos, más o menos trágicos. Muchos son ingeridos por animales, o atrapan partes de los mismos, produciendo lesiones, malformaciones e incluso la muerte de innumerables individuos cada año. Las tortugas, por ejemplo, consumen gran cantidad de bolsas plásticas al confundirlas con medusas; aves marinas confunden trozos de plástico con pequeños animales y los ingieren (se prevé que para el año 2050 esto afectará al 99% de especies de aves marinas), e incluso se los dan de comer a sus polluelos.

Video de Naciones Unidas

Otro final, igual de trágico, para los plásticos flotantes son las llamadas “islas de plástico”. Las corrientes marinas están conectadas, de forma que los cuerpos que transportan pueden llegar a tener un destino común. Estos cursos de agua tienden a acumular residuos plásticos en los centros de unos giros oceánicos (corrientes circulares que tienden a acumular aquello que transportan en el interior del giro). Así, en los tres océanos principales encontramos 5 islas de plástico (dos en el Océano Pacífico, norte y sur, dos en el Océano Atlántico, norte y sur, y una en el Océano Índico), aunque algunas fuentes indican la existencia de dos islas adicionales, una en el mar de los Sargazos, y otra en el Ártico.

Como no podía ser de otra manera, aunque se promueve un cambio de conducta, hay mucha resistencia al cambio. Nuestros hábitos de consumo demuestran que seguimos consumiendo mucho plástico, innecesario, en gran medida por la facilidad que supone ir a comprarlo todo al supermercado. ¿Qué ha ocurrido con la pandemia? Durante la crisis del coronavirus, aunque hemos salido menos, nuestro comportamiento dejó mucho de desear, con guantes y mascarillas tiradas en el suelo llegando incluso a constituir un nuevo delito tipificado en Italia. Aunque gran parte del problema viene de la industria y de actividades productivas, los ciudadanos no podemos “escurrir el bulto” y olvidar nuestra responsabilidad. Nos queda incluir a los sistemas naturales en nuestra forma de pensamiento, en nuestra toma de decisiones. ¿Cómo podrías incluir en tu día a día algo que nos ayude a todos frente a este problema? ¿Puedes cambiar tus hábitos? ¿Quizás puedes dar ejemplo o liderar algún proyecto en tu puesto de trabajo? ¿Crees que es un tema lo bastante importante como para cambiar algo en tus propias rutinas?

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