La Revolución Pirata

Las teorías clásicas defienden que la revolución industrial se produjo en Inglaterra como consecuencia de una serie de variables muy específicas; una revolución agrícola previa que aumentó considerablemente su población. Una cultura del trabajo propia de una sociedad protestante. La presencia de minas de carbón de fácil acceso. Ríos y canales fácilmente navegables. Todas ellas explicarían el porqué triunfó allí el cambio. Sin embargo existían numerosos países europeos que entonces compartían las mismas características o incluso las mejoraba. Es por ello que algunos historiadores desarrollan nuevas teorías para explicar la bienvenida al mundo moderno.

La revolución industrial transformó la humanidad hacia lo que conocemos hoy día. Los drásticos cambios socio-económicos y el crecimiento poblacional que trajo consigo fueron trascendentales para comprender nuestra realidad actual. 

Tenemos grabado en nuestra mente que la máquina de vapor fue una de las causas de esta revolución. Nos enseñaron también que este crucial giro para la humanidad surgió de forma súbita en un momento exacto de nuestra época: 1780. Del mismo modo, se piensa que fue Inglaterra el primer lugar en iniciar esta transformación de los procesos de producción. Sin embargo, la historia tiene matices y es importante aclararlos.

Poco nos enseñan sobre otros conatos previos de revolución en los modelos de producción muy similares, y anteriores, a los sucedidos en Inglaterra. Pero esos intentos no triunfaron por un factor clave: la falta de demanda de bienes. Tanto en Florencia, a mediados del siglo XIV con los Medici de impulsores, como en los Países Bajos, en el siglo XVII, hubo un desarrollo importante que derivó en un aumento de la producción. Pero ambos modelos terminaron fracasando al no conseguir vender los excedentes de producción y colapsar el mercado. Esto detuvo la máquina productiva y paralizó ambas intentonas. La producción de excedentes y su consumo son variables de un mismo círculo que se retroalimentan y no comprender esto hizo que la historia borrara ambas revoluciones de sus páginas. 

Entonces, ¿qué conseguiría que la revolución en los mecanismos de producción triunfara en Inglaterra? Son varios los factores que influyeron pero los más importantes fueron sin duda dos; una demanda “infinita” nunca antes conocida y una tecnología financiera depurada.

Tecnología financiera y demanda “infinita”

La importancia de la tecnología financiera se menciona poco en la revolución industrial. Los desarrollos bancarios de la Italia medieval y la invención de la bolsa en los Países Bajos fueron aprovechados después por Inglaterra. Con estos avances se consiguió concentrar el capital y favorecer el desarrollo de fábricas o empresas navales que serían fundamentales para el segundo factor de relevancia, la demanda. 

Esta otra variable es quizás la de mayor importancia para cimentar la revolución. Mientras los intentos italianos y neerlandeses fracasaron por el colapso del mercado, Inglaterra coincidió con un mercado único, inmensamente grande y voraz de textiles y prendas europeas, la América hispana. 

España había construido un monopolio total de comercio con la América hispana. Pero este monopolio hacía aguas. La poca producción española y la obligatoriedad de pasar por los puertos de indias en la península (Sevilla primero y Cádiz después) aumentaban mucho los costes finales del producto y lo hacían poco atractivo.

Fue en este contexto, con una población demandante de bienes casi de forma infinita y a un bajo coste, donde Inglaterra supo aprovecharse. La mejora en los procesos de producción que había logrado implicó un excedente de productos considerable. Necesitaba venderla y Europa estaba colmada. Entonces miraron a América. El único problema, el monopolio Español. ¿Cómo solucionarlo? Los piratas. 

Los piratas y la revolución

Para comprenderlo es fundamental cambiar nuestra imagen sobre ellos. La verdadera historia, aquella que se desliga de clichés y romanticismos, no describe a los piratas como los temerosos corsarios de las películas. Abordaban algún que otro barco y saqueaban ciudades de vez en cuando, pero su principal objetivo era el contrabando. Vivían de ello con la complacencia de algún que otro reino. Al igual que sucede hoy con el tráfico de tabaco o de drogas, Inglaterra los utilizó entonces para introducir, de estraperlo, sus mercancías en la América hispana a un precio tentador. 

Fueron pues los contrabandistas los que evitaron el colapso de la producción inglesa fomentando así su desarrollo. Ese mercado Americano casi infinito, retroalimentó las fábricas que necesitaban producir más y más ante la demanda. Apareció con ello la máquina de vapor como una consecuencia, y no como una causa, propia de la revolución. Este proceso casi ilimitado de producción de bienes, desarrollo, innovación y logística duraría siglos. Quizás aún hoy aún estemos inmersos en él. 

Sea como fuere, si esta tesis se confirma, rompería con todo lo creído y estudiado hasta ahora. Esta idea reescribe la historia y abre una nueva concepción de uno de los cambios más importantes para la humanidad. Un cambio que no habría sido posible sin la América hispana ni la ayuda de los piratas. Una revolución que se sustenta en el estraperlo y en la vida real, alejándose de imposiciones imperiales e intermediarios inservibles.

 

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