¿Dónde está todo el mundo? La paradoja de Fermi

La humanidad ha vivido siempre mirando al cosmos. Todos hemos pensado en algún momento la posibilidad de que ahí fuera existan otros seres. Su inmensidad no nos deja dudas sobre ello. Sin embargo, más de 50 años atrás, el premio nobel Enrico Fermi hizo una reflexión sobre el tema que abrió una extensa discusión. Quizás, la posibilidad de que realmente haya vida más allá de nuestro mundo sea cero.

“¿Dónde está todo el mundo?” Es una de las preguntas más célebres de la historia de la ciencia. Realizada por el premio nobel en física, Enrico Fermi, a sus colegas durante un almuerzo casual en el laboratorio, no hubiera trascendido si tras ella no se escondiera un planteamiento paradójico que aún hoy no se resuelve. 

La paradoja de Fermi, o el gran silencio del universo, nos viene a decir que; 

“La creencia común de que el universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario, es paradójica.”

En otras palabras, la probabilidad de que exista vida avanzada en el universo conocido es estadísticamente tan probable que el hecho de que aún no sepamos nada sobre ellas nos podría indicar que estas no existen. La humanidad estaría sola en el cosmos.

Aunque a priori pueda parecer que esta idea es un retorno al antropocentrismo medieval, colocando de nuevo a la humanidad en un lugar especial para permitir que el universo gire en torno a su singularidad, el planteamiento de Fermi se perfiló con otra perspectiva. 

En el momento de su reflexión Fermi trabajaba en el Proyecto Manhattan esforzándose para lograr el desarrollo de la bomba atómica. Condicionado por su contexto, estaba convencido que tanto la humanidad, como cualquier otra vida avanzada posible, tendría un límite tecnológico. Es decir, el propio desarrollo de cualquier civilización inteligente la conduce inevitablemente a su propia autodestrucción. En su mente, no cabía la posibilidad de combinar un avanzado desarrollo sin que este mismo acabara con la vida que lo perfeccionó.

Ecuación de Drake
Ecuación de Drake

Diez años más tarde al enunciado de Fermi, el primer director del proyecto SETI (del inglés search for extra terrestrial intelligence), Frank Drake, propuso en 1961 una ecuación que calculaba la probabilidad de que existiera una civilización con capacidad de comunicarse por radio detectable en nuestra galaxia. Utilizando varios parámetros, que no entraremos a detallar, sus estimaciones resolvían que sólo para nuestra la Vía Láctea debieran existir un número de 10 posibles civilizaciones detectables. Este valor oscila en función a las variables pudiendo llegar incluso a aumentar hasta 282 en sus mejores predicciones. 

Con la propuesta de Drake, y sabiendo que el resultado de su ecuación no puede ser cero debido a que nuestra propia existencia en el universo impide tal valor, ¿a qué pudiera deberse el silencio cósmico advertido por Fermi? ¿Es el universo infinito un lugar vacío? Existen, sin embargo, multitud de explicaciones que podrían solucionar la paradoja;

El universo las destruye

Según este razonamiento, la ausencia de civilizaciones avanzadas se debería a que no existe otro destino posible mas que el universo las destruya. Como sucedió con los dinosaurios, este planteamiento defiende que la llegada de un acontecimiento catastrófico a nivel cósmico es inevitable. Por ello, si este suceso se produce antes de haber conseguido un desarrollo tecnológico puntero que pueda evitar la tragedia, el universo destruiría cualquier intento de vida avanzada.

Somos la más desarrollada

Regresando al antropocentrismo, esta idea sostiene que en función a las variables que incluyamos en la ecuación de Drake, podemos obtener un resultado menor a uno en el número de civilizaciones avanzadas existentes en el universo. Esto, nos indicaría que, aún existiendo vida desarrollada nosotros seríamos los más avanzados. Es decir, ellos pueden vivir en una especie de edad media u otro estadío tecnológico menor siendo incapaces de detectar o emitir frecuencias de radio.

Incapacidad de detectar señales

Otra propuesta, quizás la más defendida, nos dice que la humanidad no es, o no ha sido, capaz de detectar las señales. Se defiende que tal vez, la complejidad de esta información hace que nos sea imposible encontrarla con nuestra tecnología actual. Sería algo así como enviar ondas de radio a unas hormigas. De hecho, la paradoja de Fermi termina su párrafo con; “…sugiriendo así que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas.”

Quienes sostienen esta idea defienden que uno de los grandes impedimentos no es otro más que la distancia cósmica. Es decir, las señales se enviaron hace siglos, pero la inmensidad del universo aún no nos las presenta. O bien, llegaron, pero se recibieron cuando aún no éramos capaces de transcribirlas. Quién sabe, quizás las recibió el Imperio Romano, o el Antiguo Egipto, y nada pudieron hacer con ellas.


Sean cuales fueren las variopintas propuestas para solucionar la paradoja de Fermi lo único que sabemos es que aún hoy su reflexión no se resuelve. El debate permanece abierto y nadie es capaz de zanjarlo con evidencias. Lo único que sabemos es que el silencio cósmico permanece inmutable. Ningún vecino nos saluda desde galaxias lejanas. El universo sigue callado, en silencio, expectante a mostrarnos la solución. 

¿Dónde está todo el mundo? Es una pregunta, que al igual que el resto de humanos que han vivido, quizás nunca lleguemos a contestar.  

 

 

Fuente; ¿Por qué aún no se ha contactado con civilizaciones de otros planetas?

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