Las personas, muchos satisfechos y otros ofendidos por la calidad de nuestros alimentos, no nos hemos planteado si somos los únicos comiendo “comida basura”. La llamamos así porque son alimentos que casi no llegan a calificar como tal. Han sufrido una reducción de nutrientes, aunque ofrecen sabores, olores y colores muy atractivos. Curiosamente, hace muchísimo tiempo las plantas crearon un producto similar.
La colaboración entre plantas e insectos es bien conocida. Sin embargo, las plantas más antiguas, como los magnolios, contaban con la ayuda de los pequeños animales y les ofrecían como una recompensa por ayudar con su reproducción. El premio era un alimento rico en proteínas, hidratos de carbono y minerales: polen. No obstante, este es un alimento muy “caro” de producir, y otras plantas no estaban dispuestas a gastar tanto. Para abaratar costes empezaron a producir néctar, nutricionalmente mucho más pobre, lleno de azúcares y lo recubrieron de olores y colores llamativos que atraigan igualmente a los animales.
Parece que insectos y personas nos hemos dejado engañar por los sentidos y hemos dejado de escuchar a nuestras necesidades nutricionales. Sin duda, tenemos mucho que aprender de la naturaleza, pero paralelismos como este no son tan comunes. ¿Conoces algún otro?