Vísteme despacio y cómo revolucionar el sistema

¿Y si todo lo que necesitara nuestra sociedad para resolver la papeleta de la degradación medioambiental fuera un tema del manejo del tiempo?

En España tenemos el dudoso privilegio de contar con una de las mayores construcciones humanas, visible desde el espacio. Una extensión de plástico tan grande que resulta evidente desde miles de kilómetros de distancia, ¡qué suerte tenemos! Pedro Duque, astronauta y ministro, expresó lo mucho que le llamó la atención este “mar de plástico” en Almería, con aproximadamente 20.000 hectáreas cubiertas de invernaderos. El objetivo: producir frutas y hortalizas en una zona donde las condiciones lumínicas son muy buenas para esta actividad.

No vamos a entrar en detalle sobre el impacto que tiene todo ese plástico en la contaminación de espacios aledaños, pero sí podemos considerar por un momento la situación hídrica de Almería. Una zona desértica o semidesértica, con una de las mayores, sino la mayor, producciones de vegetales de Europa. El resultado es que a día de hoy los pozos para extraer agua subterránea alcanzan cientos de metros de profundidad en busca del líquido que sostiene el mercado. Por otro lado, el suelo en el desierto no es rico en microorganismos  ni materia orgánica, y todo lo que hace falta para tener esas producciones, por lo que hace falta fertilizar el suelo. Como queremos que los tomates estén baratos los suelos se nutren con abonos minerales de alta solubilidad que no se quedan en el suelo mucho tiempo, sino que se filtran. Hace poco pudimos ver algunas consecuencias en el Mar Menor, un exceso de nutrientes derivados de los cultivos degeneró en catástrofe ambiental.

No es que no nos importe todo esto, pero tenemos un conflicto importante entre nuestro bolsillo y el medio ambiente. También solemos pensar que la tecnología nos resolverá el problema y “salvará” el planeta. Pero quizás no tenga porqué ser algo nuevo, y ni siquiera tecnología, sino uno de los procesos más básicos de la naturaleza. La palabra reciclaje se usa actualmente casi en exclusivo para la separación de basuras, pero originalmente es el uso de desperdicios o sobras para alimentar el ganado o, directamente, el suelo. El suelo es un elemento vivo, y como tal, necesita alimento. Por lo tanto, podemos dejar de considerar nuestra basura como tal, para darle mejor uso.

Ben Kerckx en Pixabay

Posiblemente a estas alturas del texto ya te habrás planteado qué tiene que ver el título con el cuerpo del texto. Pues bien, aunque hay formas de hacer las cosas bien y rápido, por lo general casi todas las actividades relacionadas con la mejora del medio ambiente requieren una bajada de revoluciones. Por ejemplo, y siguiendo con la problemática del suelo, el humus de lombriz es uno de los mejores abonos naturales que existen, ya que no solo nutre, sino que retiene agua, mejora la aireación del suelo, genera equilibrio en los seres vivos…¿Cuál es entonces el problema? Pues el humus lleva aproximadamente entre 9 y 12 meses en generarse (en ciertas condiciones se puede reducir esa espera), y al ser algo natural, no soportaría las rápidas producciones que necesitaría la industria.

Un nuevo dilema: ¿hacemos las cosas bien nutriendo el suelo y mejorando la disponibilidad de agua y vida en el suelo, o producimos a lo grande y destrozamos el suelo? No tengo respuestas para esto. Pero sí que puedo imaginar personas produciendo al por menor y cuidando ‘su’ trocito de suelo en lugares donde la vida va más despacio. Y es que me atrevería a decir que las prisas contribuyen de forma sustancial a la mayoría de problemas ambientales, desde la forma de transportarnos por ciudades y entre países a la forma que tenemos de comprar, yendo al supermercado frente al mercado de abastos.

Filmbetrachter en Pixabay

Querer las cosas ya mismo, sin poder esperar, es el origen de multitud de negocios (distribución, visualización de películas y series, dispositivos móviles y videojuegos, ¡incluso muebles!) y hoy en día sin duda está remodelando el mercado, cada vez más acelerado y conectado. El café para llevar porque no tengo tiempo de sentarme a tomármelo despacio, o comida para llevar porque estoy muy cansado para cocinar, son grandes generadores de envases y basuras. La rapidez vende, mientras que la cautela o el hacer las cosas despacio está denostado en esta sociedad. Si no reparamos en los recursos que usamos, ¿cómo esperamos que nuestro desarrollo sea sostenible? ¿Es compatible el desarrollo con la pausa?

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