Se lo creyó. Lo llegó a tatuar en su genética. Se convirtió en su realidad. ‘¿Quién eres?’ ‘Da igual, soy fea.’
Su infancia no fue mucho mejor. La penúltima de 12 hermanos. Con la última su madre se despediría para el mundo. La tierra le fue más leve. Por entonces ella tenía 3 años.
Vivían en casa de sus abuelos. Su padre, hombre de aquella época, de poco espíritu se vio superado y sucumbió al dolor. Murió de pena poco después. Quedaron solos. Convirtieron a sus abuelos en padres expertos. No debió ser fácil.
Después de haber ejercido algunos años de maternidad temprana decidió volver a la soltería. Una maleta, 17 años, Madrid.
No sabemos qué pasaría por la mente de aquella muchacha fea para querer convertirse en enfermera. Quizás fue otro de esos tatuajes que decoran la genética de las mujeres. Cuidadora. Cuidadora y fea.
Se convirtió en enfermera. Serían buenos aquellos años. Quién sabe. En cualquier caso no duró mucho.
21 años. Algún «héroe» de aquella época decidió por ella. Se vio en el derecho de decidir por ella. Barnizado de pintura de dios levitaba por el pasillo del hospital. No sabemos que tendría aquella muchacha de 21 años en su matriz pero decidieron «vaciarla». Lo hicieron bien. Mejor que nunca. Entonces ella despertó. Fea y estéril.
Ella que solo tenía un deseo en su vida… ser madre. Pero los dioses no preguntan. Y ella ya no podría lograr sueño.
21 años. Fea y estéril. Tomó una decisión.
‘Ya no sirvo para nada’. Se lo creyó. Su vida acabó ahí.
La vida, que puede ser muy perra, la llevó a paritorio. Se fustigó de esta forma durante toda su vida profesional. El amor no estaba para ella. El llanto sí. Cada vez que naciera un niño le recordaría que jamás sería ella la que se abriera de piernas en aquel potro de tortura para desgarrar sus entrañas antes de abrazar al amor de su vida.

76 años. Consulta de cirugía. La recibe una cirujana joven e inexperta. Ella, una mujer elegante, la deja impresionada. La cirujana solo puede ver sus ojos azules, expresivos y llenos de vida. Su pelo canoso, que en otra época debió ser rubio; piensa en lo bella que debió ser.
‘Jamás conocí hombre, señorita’. Virgen, tan virgen como la virgen María. Si no iba a ser madre, ¿para qué aguantar al macho?
‘Yo era fea… ¿Soy fea verdad?’
‘Eso me dijeron… y yo.. me lo creí.’