Un estudio, publicado en Journal of Veterinary Behavior, ha hecho lo que se supone que tienen que hacer las investigaciones: aportar algo nuevo a la sociedad con un matiz importante, y es que no se ha limitado a la sociedad de los humanos. El equipo de trabajo adaptó el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales o DSM (por sus siglas en inglés) por primera vez para una especie no humana: los chimpancés. Este libro, con sus más de 900 páginas, es conocido como la “biblia” de los psiquiatras, el manual más utilizado para la evaluación psiquiátrica en humanos.
Hasta entonces, los pocos estudios de trastornos mentales en chimpancés, se limitaban a una decena de artículos científicos, pero que carecían en todos los casos de una sección analítica. Además, estos evaluaban apenas 5 de los más de 200 trastornos que recoge el DSM. Ante esta situación, la Dra. Úbeda y su equipo usaron estrictos criterios de inclusión-exclusión para adaptar el DSM y encontrar las principales categorías de trastornos que podían afectar a los chimpancés rescatados del ámbito del espectáculo y de ser mascotas.

Los investigadores obtuvieron 9 categorías de trastornos similares a las de humanos, lo que evidencia las terribles consecuencias mentales para los animales que tienen un pasado como mascotas o en el mundo del espectáculo (reclamos turísticos, circo, televisión, etc.). Estos chimpancés estuvieron sometidos a separación maternal, asilamiento social, entrenamientos forzados, cautividad prolongada, entre otros. Estas experiencias han sido identificadas como factores de importantísimos para el desarrollo de trastornos mentales.
… sometidos a separación maternal, aislamiento social, entrenamientos forzados, cautividad prolongada, entre otros.
La Dra. Úbeda cuenta como ejemplo el caso de Víctor: un chimpancé que fue apresado en Mali y fue vendido y criado por una pareja francesa como un humano de la familia, “como un hijo”. Un hijo al que, para que no se pusiera más agresivo de la cuenta, se castró, como si fuera un perro. Además de ser separado de su familia, la desnaturalización continúa con la humanización impuesta a un animal salvaje. Víctor se escapó de la jaula en la que vivía y mordió a alguien en la calle. Las autoridades propusieron eutanasiarlo, pero un zoológico se ofreció a salvarlo y mantenerlo en sus instalaciones. Sin embargo, las condiciones seguían siendo de aislamiento, y en muchas ocasiones alimentado por los mismos turistas. Cuando este animal llega al centro de recuperación Fundación Mona, además de los problemas físicos de su historial, presenta un cuadro complejo de trastornos emocionales.
Víctor tenía un apego inmenso por una manta violeta de la que no se separaba, además se balanceaba compulsivamente, se metía palos en las orejas, se abrazaba y autolesionaba, tenía miedo de espacios abiertos, no comprendía el comportamiento de otros chimpancés y ante este desconocimiento respondía con miedo o agresividad. Ante semejante historia, la bióloga se vio interpelada a ahondar sobre el conocimiento que se pueda aplicar para mejorar la calidad de vida de estos animales. ¿Quién mejor que sus cuidadores podrían conocer el comportamiento de Víctor y sus conespecíficos? Con una media de más de 12 años de experiencia, 6 cuidadores pudieron describir los comportamientos a través del cuestionario diseñado adaptado del DSM por la Dra. Úbeda. ¿El resultado? El primer estudio a nivel mundial que consigue reflejar, de forma tajante, que los chimpancés que han pasado por este tipo de traumas muestran al menos un repertorio de 9 tipos de trastornos mentales clasificados hasta el momento únicamente para humanos.

“… el estudio sugiere que los chimpancés pueden exhibir desórdenes similares a algunos de las principales categorías establecidas para humanos como resultado de experiencias potencialmente traumáticas.”
El estudio, sin embargo, tiene limitaciones tanto de tipo metodológico, como teórico. Como decíamos, no todos los trastornos podían ser diagnosticados. Por ejemplo, y esto lo remarca en numerosas ocasiones la investigadora como limitación metodológica, los cuidadores no observan a los chimpancés durante la noche. Por tanto, los “Trastornos del sueño” no pudieron ser evaluados. El no entender el lenguaje de esta especie, que se podría pensar que fuera el mayor limitante, se tradujo en limitaciones de tipo teórico de cara a la evaluación de ciertos trastornos.
A pesar de tener algunas limitaciones, el estudio ha tenido una repercusión importante a nivel mediático y, sobre todo, en la apreciación del bienestar animal. Es así que una “Proposición no de ley”, aparcada desde 2008, ha sido retomada por la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA), para promover una modificación legal para mejorar la protección de los grandes simios y evitar que sean utilizados en espectáculos o sean usados como mascotas. Un hito impresionante promovido por una investigación pionera que aporta datos empíricos a los éticos que ya teníamos.
Mientras tanto, ya que no pueden ser devueltos al mundo salvaje, al menos hasta la segunda o tercera generación, los esfuerzos para mejorar la vida de los animales ya traumatizados deben centrarse en: resocializar con otros chimpancés, enriquecer el ambiente para que tengan todos los estímulos naturales que vienen de su entorno, promover conductas con refuerzo positivo para conseguir una mayor naturalidad en el comportamiento, y, finalmente y si es necesario, una terapia psicológica adaptada. Esta tarea hercúlea es la que se realiza en el santuario Fundación Mona.