En algunas facultades de arquitectura circula la leyenda de que en las obras de construcción los inspectores encargados de supervisar el trabajo podrían llevar un sobrecito de azúcar en el bolsillo, por si acaso. ¿La razón? El endulzante tiene consecuencias cruciales si se mezcla con la masa de cemento.
Mezclado en cantidades adecuadas, el azúcar puede ralentizar el fraguado (endurecimiento) del cemento, y si las condiciones ambientales propiciaran una solidificación muy rápida este alimento podría prevenir la aparición de grietas. No obstante, si una mezcla no estuviera en optimas condiciones y el inspector de obra necesitara que se repitiera el proceso, sólo tendría que verter este comestible sobre la mezcla para arruinarla completamente y obligar a repetirla.
Hay diferentes teorías sobre cómo es posible que esto ocurra. Lo que debemos saber es que el cemento se encarga de canalizar la presión del peso que ejercen los objetos hasta el suelo de forma segura. Sin embargo, el azúcar interfiere con el proceso de cristalización y generaría puntos débiles en lugares desconocidos que pondrían en peligro la estructura.