La aporía del Ser

El eterno retorno nos condena a repetir infinitamente situaciones vividas. En esta reiteración constante de nuestra vida se genera una lucha entre el peso de lo profundo y la libertad de la levedad. Dos antagonistas que nadie decide escoger racionalmente. Nuestra alma dicta cual seguir y con esa elección, se forma nuestro destino.

Siempre me fascinó la profundidad explícita del mensaje que envuelve uno de mis libros favoritos. La insoportable levedad del ser juega con el peso y la levedad humana de una forma sublime.

Esta metáfora existencial se ancla en las reflexiones del eterno retorno de Nietzsche y evoluciona para presentarnos un mundo inestable que oscila entre el peso y la levedad. Según esta filosofía del tiempo los acontecimientos, pensamientos y sentimientos de nuestra propia existencia se repetirán de manera infinita a lo ya vivido. La idea del eterno retorno nos presenta situaciones conocidas desde otro prisma diferente al percibido; “aparecen sin la circunstancia atenuante de su fugacidad.”

Es así como Kundera nos muestra estos opuestos. En esta polaridad la pesadez de las eternas situaciones infinitas ancla tus pies a la tierra para hundirte en su realidad. De esta forma el peso simboliza la profundidad de las relaciones humanas, pero a su vez se presenta como una pesada carga que recae sobre nuestros hombros. Un estado que aunque penetre en la trascendencia de lo humano lastra de desasosiego circunstancias conocidas por su peso.

Opuesto al peso aparece la levedad. En sí misma la levedad te sostiene ingrávida sobre la superficie, vaciándote de cargas e impregnándolo todo de desapego y liberación. En esta levedad somos volátiles. La ausencia de peso facilita el desprendimiento y la libertad, pero sacrifica la profundidad del ser. La apasionante ingravidez de lo fugaz es liberadora y te mantiene en la intrascendencia.   

Sobre este equilibrio se columpia nuestra existencia y no es sencillo descifrar cuándo saltar de una a otra. La pesadez lastra a la levedad de la misma forma que la última empuja a la primera para mantener un equilibrio vital eterno.

Pixabay – sciencefreak

Pero ¿quién elige ser leve o pesado? Una inercia invisible nacida de lo más profundo empuja a nuestro ser hacia uno u otro lado. Aquellos que tienden más a la elevación buscan el peso de lo trascendente mientras que quienes tienden al peso, sienten la atracción de la levedad. Este equilibrio imposible nos balancea.

Quizás el eterno retorno nos condene a luchar entre opuestos en una guerra paradójicamente infinita. Quizás, al igual que Sísifo, estemos sentenciados a esta lucha eterna; el peso, la levedad. Dos opuestos en conflicto que ofrecen a cualquier vida humana la grandeza de ser gozada como cada cual elija. 

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