Échame la bulla

Échame la bulla. Vuélveme candela y píntate una flecha en la frente con mis rescoldos. Vete a buscar el mar cuando me encuentres. Vámonos a echarle la bulla a tus vecinos, a los políticos, a las ortigas que me pican los muslos. Sóplame la nuca cuando aparezcan los monstruos, que yo voy a echar raíces en los corales de tus manos si las abres. Ábreme las manos. Eres la juerga y el jaleo que me pongo de peineta cuando hacemos el amor sobre una roca puntiaguda. Quiero que tu boca me coma el bullicio y escupa sobre el albero a una potra salvaje de campo que no sepa leer las estrellas. Échame algo, digo, aunque sea la bulla. Pero échame sobre algo, digo, aunque sea sobre todo aquello que pudo ser y no fue. Qué le vamos a hacer, corazón, si no sé acariciar sin formar tsunamis, si no se bostezar sin parir un hijo. Créeme cuando te digo que.

 

– y se oyen gritos –

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